miércoles, 28 de agosto de 2013

Barcelona


Pasé seis días y cinco mil noches en Barcelona, no estaba solo, estaba con ella y eso era suficiente motivo para vivir. Trasgredimos todo lo establecido en cuanto a la felicidad, la moral, lo bueno, lo malo y el amor; la pasión y la confianza eran nuestro lema. Comparado a nuestro son el alrededor era mediocridad. A nuestro lado todos estaban muertos, todos estaban viciados por la ciudad, todos eran esclavos de la monotonía y sus grilletes, eran su hastío y sus caras largas. Nosotros rompimos toda cadena y gritamos junto al acantilado de la pasión: !GRACIAS!


Los lugares mágicos eran yermos al compararse con nuestros besos y sonrisas, ya que nosotros éramos los que hacíamos de esos lugares algo mágico, algo inigualable. Paseábamos sin preocupación alguna, ajenos a la realidad, haciendo de lo real algo irreal en la que nuestra realidad éramos nosotros. Me di cuenta de algo en todo ese tiempo, nunca jamás me sentí tan pequeño, pero tú me hacías grande. 



 La gente no era capaz de contemplar todo aquello, se ve que la costumbre hace despreciar a la belleza. Poca gente era capaz de apreciar todo aquello, veía a todos con caras monótonas, sumidas bajo el agua turbia de la rutina; y muy pocos con caras de asombro y euforia como la nuestra. Nosotros dábamos vida a la ciudad, ella nos miraba con desprecio y nosotros le devolvíamos la sonrisa más sincera que jamás se haya visto. Los paseos hacían que el tiempo fuera algo tonto; rompíamos las agujas de los relojes de todo, de los sentimientos: nos entregamos, de los suspiros: delirábamos, del amor: amábamos. El tiempo era un fluido que nos traspasábamos entre nuestras lenguas. Gritamos en alto sin hacer ruido, pero el estruendo que causo en nuestros  corazones hizo retorcerse a toda la ciudad.

 La perfección existe, créeme; la descubrí en tus besos.

          

La felicidad viaja disfrazada de ti en el último tren y yo lo cogí. En aquel momento el maquinista me preguntó que a dónde quería ir y yo le respondí que a tu corazón, a un lugar puro y sincero, donde la vida duele menos. 

Secuestramos al tiempo y lo violamos amoralmente. Lo dejamos atado en el cuarto de baño de las desilusiones. Nosotros bajamos en tu corazón. Una vez allí, bailamos una danza en el fuego sin quemarnos. Donde los besos eran monedas tiradas a un pozo en el que los deseos eran esos mismos besos.

Aprendimos a aguantar la lluvia sin que el fuego se apague.

     



Los momentos más gloriosos y de mayor regocijo que puedas tener serán frustrados bajo la cautelosa máscara de la realidad, por eso, nunca suspires, nunca llores, nunca exhales tu alma por una despedida, porque es mejor decir un hasta luego que un adiós. Que lo nuestro sea un capricho eterno.

La ciudad vicia a las gentes que cruzan lo visible a su son, las pudre; porque las vuelve insensibles a los sueños y a lo que en su día fueron, personas.

Nunca navegues en los reproches de uno mismo, podrían embriagarte en la más profunda melancolía, simplemente, renuévate constantemente, y si haces lo dicho anteriormente, que sea por mejorar, no por culpabilidad. La culpa bifurca los mares de la realidad porque a lo que no es lo vuelve ser y a lo que es, no ser. No grites en silencio, grita en los folios, ellos te harán el amor cuando todo esté de luto; y si gritas en alto que sea de la mera alegría, porque a las banalidades que te somete la vida no permitirán que lo hagas por tristeza.

Regala todo lo que tengas, y lo que no, también. Sueña y siente todo, aunque ésto sea un arma de doble filo, te llevará a sitios y éxtasis que ni las propias drogas podrían. Sentirás explosiones e implosiones en tu pecho; la guerra será tu día a día y el amor tu noche a noche. Las metáforas son un simple juego para entorpecer la pasión, y las palabras una doble metáfora; por todo esto, habla con los besos, folla con la lengua y grita con la polla, empápate de algo sincero como lo es la pasión, como lo es lo nuestro. Por todo lo dicho anteriormente, lo nuestro fue virtuoso,sublime, celestial, porque sin decirnos nada nos decíamos todo, nos mirábamos y nos contábamos tantas cosas, los silencios eran conversaciones que no paraban nunca.





Tengo ganas de abrazarte,
enzarzarte, en las raíces del arte,
del sólo rozarte y tragarte,
como un guerrero que alardea de su estandarte.

Tengo ganas de arañarte, 
aunque la luna no acompañe,
tengo ganas de contarte,
que la ciudad como el alma brilla incansable.

Tengo ganas  de cantarte,
con gestas sórdidas de miradas,
de rozarse, con pasos de estrellas,
que son polvo de hadas.

Aun así he de confesarte,
que das hambre al poeta,
de corazón, despiertas sus sueños,
de devoción, que reine en cielos.

Lo apolíneo tanto como en pasión,
complacer a este dueto 
con amor y con furor,

Enciendes el fuego,
tal como la piedra del mechero,
abrasas las pestañas con tu mirada,
disparas al alma sin esperar nada.


Una ciudad de arte y para el arte. Una ciudad en la que te podrías perder, para así, encontrarte, creedme, yo lo hice. Me tuve que perder del todo para así poder encontrarme. Encontré al pequeño que tenía recluido, con otros yo, el divertido, el ilusionado, aunque bueno, el imbécil tenía un permiso para salir. Todos fueron liberados de su arresto domiciliario.

 A veces, uno es capaz de llegar a vivir el día a día por inercia. La gente te dirá lo que "están destinados a decirte" y " lo que la sociedad les manda que tienen que decir", tal como: "tienes que buscar una meta" o " lo que te hace falta a ti es salir más, hacer cosas nuevas" y quizá, de cierto modo lleven razón. La mediocridad inunda los desiertos de la mente, "tal como olviden sus derechos y se maten por el fútbol".

 También he de añadir que cada moneda tiene su otra cara, pero la otra cara está sobrevalorada, es la que siempre nos intentan vender, y yo, ya la tengo muy vista. Creo que el ácido de la bilis  de algún borracho la corroyo y el tiempo hizo que se volviera difusa, que se volviera polvo entre las manos, lágrimas que caen al mar, es decir, inexistente. Pero aún así, nos la intentan vender, aunque el mundo sea un esqueleto danzante que perdió las carnes en una apuesta con la tiranía, en darle la oportunidad al humano.


¡Educación gratuita y de calidad!

Hoy día, es de interés que el pueblo sea un burro que se usa para labrar la tierra. ¿Acaso crees que eres libre? Ten claro que te van a enseñar lo que convenga. Todo esto es una gran mafia, pero no la entiendo, no entiendo cómo se puede vivir tranquilo haciendo tales cosas. Será que como dije una noche entre sollozos, yo soy de marte.




La neblina grotesca y empañada,
se ha disipado.

El frío ha gritado y expirado; sólo de momento.
El corazón cristalizado 
se ha diluido en tus besos.
Serás sol en la penumbra,
cohesión de mis lamentos y musa de mi tiempo.

Hoy será por los que ríen, 
mañana por los que han amado.
Gritaremos al tiempo con un cándido
-vete, que nosotros bien estamos.-
Armado con letra, bailaremos el tango.
Las flores florecerán en mi cabeza 
mientras yo disparo.

El gruñir de los apagados,
el fluir de los bien parados,
nada, absolutamente nada,
hará distraernos de nuestras nanas.

Tú canta, yo escucho,
serán grillos o será el viento,
aquel que me acompaña
mientras escribo sin arrepentimiento;
o será tu presencia grácil,
que está en mi mente y me susurra:
-Ven junto a mí,
que  ya no puedo vivir las noches sin ti.-


En tu ausencia me doy cuenta que esa misma ausencia tuya  me derroca el vaso de la alegría. Sin ti, no soy nadie. Un día sin saber de ti es un infierno en el que me quemo efímeramente, pero de manera eterna. Los días sin ti son como un veneno que me contunden al corazón, la mente me pregunta que por qué no derrocar a la sociedad para mandar todo a la mierda y estar allí por ti. 

Maté a mis demonios y fantasmas con el arma blanca llamada "amor" que me otorgaste.  Los rayos del alba son una banalidad comparada a la luz de tu sonrisa. Siempre gritaré: ¡ven!


El metro. El metro era mágico. Los recuerdos de nuestros besos y abrazos en el metro me golpean cada mañana. El metro estaba envuelto de ociosidad, pero también de fuego en nuestras miradas. La ociosidad la causaban las gentes, con caras lánguidas y tristes; nosotros éramos el contraste, el fuego, nosotros nos quemábamos con las miradas, nos desnudábamos y nos follábamos sin ni siquiera tocarnos, nos hacíamos el amor en la mente. Conculcamos las leyes de lo físico, de lo establecido, y el juez se quedo anonadado, nosotros le sacamos el dejo y le dijimos que le den, que lo nuestro era lo más real y holgado que jamás verá, que su ley terrenal se quedaba corta para nosotros, lo nuestro era algo mucho más transcendental, que estaba fuera de las leyes de lo mundano. 

Dimito como ser humano. Prefiero fusionarme con tu vientre y aullar como un lobo todas las lunas llenas que lloran y se van a algún bar a llorar en enero, con las nubes llenas de polución, por los suspiros de la gente. Yo les digo a esas aéreas figuras esféricas que no lloren, porque serán testigo de las noches de pasión más intensas que habrán visto, entre tú, y yo.



La precariedad de la vida hace que no sepa qué pasará. 
Yo sólo espero poder aferrarme a tus caderas
y que pase la tormenta.

La lluvia arremete contra la almohada.
El motivo, la despedida.
Al conocerte tenía una fiel amante, la muerte.
El impacto de besarte me hizo apartarle la mirada.

El sinsentido de mi vida se esfumo como la calígine de las mañanas turbias.
Antes, vivía por inercia, en una busqueda constantemente inconstante de un por qué,
de un motivo, el cual, me fuera de arropo a los días de lluvia de  mi alma desnuda.
Ahora, el motivo lo hallé, pero la fatalidad de lo establecido, nos separa de los sueños del anochecer.

Tirado en la cúspide de lo onírico,
me desvelo cada noche, trastornado por tu imagen.
Me abren el pecho y mi sangre fluye por un río,
entre un desfiladero, donde macabros seres me observan,
riéndose de la inocencia que me han quitado, que han violado.
Perdí la oportunidad de ser niño hace tiempo.
Mis sueños los resquebrajo la sociedad en un rito.


Pero tú me los devolviste,
 por eso, 
te debo la vida.





Paseamos por el arco del triunfo, bajo aquel majestuoso monumento. Todo parecía sacado de una novela romanticista. Ella y yo cogidos de la mano, con apatía frente al resto del mundo, sólo pendientes de cómo se deslizaban nuestras manos entre la hondura que quedaba entre nuestro pecho. Ella caminaba desnuda por aquel paisaje pintoresco, en mi sueño sin gentes; estaba debajo del arco, ese arco se llama del triunfo porque yo había triunfado en su corazón. 

Su desnudez es incomparable a cualquier monumento, ella posee una belleza y apogeo como una rosa en pleno florecimiento, pero también, un aura, un aura que la llena de seducción que la hace objetivo de todos los disparos de las pestañas de mis ojos y de todas las fotos que mis pupilas lleguen a almacenar en esta atrofiada mente.

Paseamos largo y tendido, hasta que llegamos un lugar no muy recóndito y algo mundano, el cual fue pasto de nuestras risas y besos. Empapamos de algo sincero esos días, algo imborrable, tinta de marca "AMOR". 

Oscar Wilde dijo que la diferencia entre un capricho y una pasión eternas es que el capricho dura un poco más. Que lo nuestro sea un capricho entonces.




Nos fusionábamos con la noche sin premisas. Nosotros era una constelación que brillaba como las luces de los coches, sólo que nuestra luz no contaminaba.


En un mundo sin palabras,nosotros hablábamos y hablábamos,
no con simples vocablos.
Batiendo tus pestañas y retumbando en mi cama deshecha ,
nos decíamos lo que sea, aunque no dijéramos nada.

En el balcón de mi memoria contemplo pasear a los recuerdos.
Visten de luto, tristes y algo moribundos.
Dicen que la promiscuidad del tiempo hace sufrir,
todo esto, me ha hecho darme cuenta que sin ti ya no puedo vivir.

Soñaré con la justicia poética del tiempo que aparece en mi mente.
Mi álter ego tiene recelo y envidia de todo esto,
dice que antes sólo la angustia y desesperanza nos hacía el amor cada noche,
ahora eres tú bañada en las nubes y la miel, pero me despierto, es otro amanecer.
Otro amanecer sin tus alas justicieras que me salvan de la rendición.
Otro amanecer, en el que mis brazos, rompen a lloros por no tener a mi redención.



No sé si debería hablar de temas ideológicos, pero creo que es necesáreo. Vi el pequeño rescoldo de esperanza que queda para la libertad, para la pasión y la alegría. Las personas tienen un mal concepto del comunismo y del anarquismo. El comunismo práctico no ha sido el mejor que se ha podido ver, pero creo que con un poco de educación, cultura, de voluntad y un poco de humildad sería posible. Historias y hechos escuché, vi ignorancia, estupidez, y  me sofocó la rabia, pero no está bien llamar estúpidas a las personas, mejor llamarlas ignorantes, gente que tiene su vida tan vacía debido a que su mente está vacía, que necesitan meterse en la de los demás para así sentirse mejor y hacer que el poco rescoldo de inteligencia que les queda se regocije en un éxtasis de mediocridad extrema.

Desde pequeño siempre sentí rabia por el sufrimiento ajeno incondicionado. De pequeño siempre buscaba ponerle frente a todo ello, pero me di cuenta que la conformidad humana respecto a ello, es alarmante. Todo ello me defrauda, porque las personas en cuanto a nuestra vida material somos unos inconformistas pero a la hora de algo que es directamente afectivo frente a nosotros, somos como un saco de trigo rajado. 

Siempre seré anarquista de corazón y comunista de cabeza.


He descubierto a la chica imperfectamente perfecta para mí. Ella es luchadora, combativa, y capaz de darlo todo por mí. No pone reproches a la vida y la vive conmigo cogidos de la mano. Yo pasaba las noches aferrado a sus caderas, agarrado a su alma. Ella las pasaba follándome la mente, a mi corazón y a mi ser.

Me lleve la jarra llena de besos que acabaron en tu boca. Recuerdo su sonrisa, la sinceridad es su principal característica. Pasamos la semana más corta que jamás existió, pero aun así, la más intensa que nuestra sien llegue a conocer, la más ardiente y limpia que esta ciudad jamás llegue a ver.

 Ella tenía el pelo suelto, era valiente, sonriente y con su estandarte entre los dientes, entró en mi fortaleza, se presentó como una salvadora. Su armadura relucía como ninguna otra, indiferencia y fortaleza, pero su interior era el de alguien dulce, yo, conseguí ver ese interior que me enamoró y cautivó. El "ubi sunt" se respondió, todo estaba en ti. La guerrera, seguía siendo guerrera, pero nadie supo ver su luz, yo afortunado y agraciado lo vi, agarré y amé.

Fumamos sin cesar, la mente era el papel, el corazón el tabaco y el alma el filtro. Nos consumimos en un baile eternamente finito, ya que, al convertirnos en ceniza renacíamos y volvíamos a consumirnos con una llama más intensa. Ella siempre sonreía, yo moría. Ella siempre gemía, yo, igualmente moría.


"Si te dejo entrar,
 tú solamente querrás irte.
Si te digo la verdad, 
pelearás por una mentira.
Si derramo mis intestinos,
 sería una asquerosidad
que no podríamos limpiar.
Y si me sigues, 
solamente te perderás.
Si tratas de acercarte,
 sólo dejaremos de tocarnos.
Como ya sabes demasiado,
ahora no irás a ninguna parte."

Me dejaste entrar y yo no quise irme.
Me dijiste la verdad y no busqué mentiras.
Derramaste tus intestinos y juntos, los limpiamos, porque era amor.
Te seguí y me encontré, nos encontramos.
Me acerqué y nos tocamos como nunca.
Ahora que sé demasiado, no quiero irme a ninguna parte.




Esa hoja que vi caída en el suelo, marchitándose y siendo pisoteada, me desgarró el corazón. Nosotros somos como esa hoja, fuimos pisoteados pero nunca hay que olvidar que puede haber alguien que coja esa hoja y en vez de ver la parte maltrecha y deshecha, vea la parte verde y resplandeciente. Nosotros nos vimos.

Cuando nos reencontremos, la parte parda que tiene el corazón arañado, se transformará por completo en la parte verde, hermosa y dulce.

Por ti planté un árbol en el campo yermo de mi corazón, en el que fluyen ríos de sangre y muerte. Y sin darme cuenta, creció el bosque más lúcido y bravo que jamás llegó a existir. Ese árbol daba sombra a mis penas y las apaciguaba, las sedaba con tu amor. Tú eres la enfermera de mis horas y minutos, en los que te sueño despierto.


La servilleta del día antes de la despedida fue testigo ante el tiempo injusto.

En este trozo de folio
no quiero ningún aviso.
Y que si no es eterno;
que lo sea hasta la muerte, te pido.

En este trozo de mundo 
escribiré desnudo,
sin chantajes, ni disfraces.
Algo que al leerlo provoque retales.

En este trozo de vida
violaré a las despedidas,
porque no quiero desdichas, 
porque no quiero vida sin tu sonrisa.








viernes, 2 de agosto de 2013

Velocidad entre inquietudes quietas.

Los puntos de mis heridas explotan.
Se abre el abismo en mi pecho.
Si quieres, échale sal y goza,
deja que tu lengua pruebe el sabor a desecho.

"He estado tanto tiempo naufragando,
que me cuesta creer que voy viento en popa en un bonito barco".
Incontables veces me he tragado los sucios charcos,
que se disfrazaban vanidosamente de pureza entre tantos.

Mordí los silencios que quedan entre cada suspiro.
Me ilusione cual niño con las pretensiones de lo prometido.
Ahora, que tengo una vacuna para la realidad,
todo duele menos, pero pincha cada día más.



jueves, 1 de agosto de 2013

Y aunque no eramos nada, fuimos poesía de vez en cuando.

"Y aunque no éramos nada, 
fuimos poesía de vez en cuando."
Tú la locura que de la locura me desataba,
yo la cordura que deseaba que tus piernas temblaran.
Desquebrajamos las reglas de lo establecido 
y oímos desplomarse al tiempo sobre el resto, después huimos.

Cómo las rosas florecientes, bellas y resplancedientes
te plantaste con erotismo a las puertas de mi fortaleza.
Pero olvidé algo, las rosas puedes corazones atravesar.
Quemaste mis pupilas con tu lascivia, me da miedo imaginarme verte.

Todo esto no tiene valor porque somos unos inconformistas.
El amor idílico está enterrado por algún cementerio
en el que vaho de nuestros cuerpos lo hizo invisible a la vista.
Ya sólo está presente en libros y cuentos par
a que poetas puedan ganarse la vida.