jueves, 28 de enero de 2016

-Ya hace tiempo que la perdí-

Te echaré de menos.
Cuando caiga la última hoja de mi libreta,
quizá entonces, valores la tormenta que viví.

Camino cabizbajo, bajo el techo de mi cabeza.
Resonarán los besos en un tiempo,
en el que no debieron resonar.

 Quedó el mártir.
Mártir hecho de rostros perdidos, 
de sueños convertidos en cadáveres de sangre.
Así perdí noches en trance 
siendo tristemente feliz
o feliz tristemente.

Ya la coraza se rompió
y salieron los buitres de mi pecho.
No me queda venda
y el cansancio se funde en la apatía
de una taza de café al amanecer.

Aquí todo vale, 
me dijo un vagabundo
y me sentí más seguro, 
porque el que avisa no es traidor.

Gusanos plantaron sus capullos,
y no salieron mariposas, 
sino serpientes con amor envenenado. 

Sólo queda caminar y perder,
perder el miedo,
porque perder la vida no,
YA HACE TIEMPO QUE LA PERDÍ.

-Todo ente vuelve a su principio y a su fin.-

Todo ente vuelve a su principio y a su fin.
Así que, me planteo dónde radica ese desliz. 
Des destino trágico, al vino amargo.

Soy lo que escribo.
Éso lo saben mis delirios.
Por éso delinco,
al llamarme poeta de abismos.

¿Dónde toma sabor la decadencia?
Toma sabor en el vapor de acetona.
Toma sabor en parajes inhóspitos
Toma sabor en el adiós.

Quien me conozca, sabrá que ésto es sugestión.
De un niño ebrio perdido, buscando perdón.
En las calles llenas, a la par que vacías.
Llenas de ente, pero no de almas.

A mí lo único que me espera es la cama.
No tu triste apatía, fría y de cocaina.
A mí lo que me espera es mar,
después de naufragar, y ver más allá.

Tengo versos de bragueta.
Soy narrador prófugo,
como el descanso de Unamuno.
Así que, "esa jeta, pa' tu vieja",
que yo ya, por mí solo me hundo. 

Solamente narro lo obvio,
como que España, 
se corre en sus propios labios.

Así pues, hijos de la gran luna.
No me veréis llorar.
Porque no soy hijo de la vanidad,
sino de vuestra mezquindad.