sábado, 4 de mayo de 2013

La noche es mi consejera, yo su fiel amante.

Después de todo este tiempo de sequía creativa; de excesos y defectos; de despechos; de ser náufrago de mi propia existencia; he vuelto. A lo mejor mi vuelva no exhala vitalidad, ni mucho menos ganas de vivir pero aún así sigo vivo, y eso es lo que importa.

Estoy embarazado de mi angustia y ahora mismo, siento los dolores del parto. Analizo la situación y quizá suene tópico, pero ante todo, no soy manido. Tampoco quiero sonar ni misógino ni machista. No puedo tirar la piedra libre de culpa porque he sido grumete de barcos que han navegado en océanos de mujeres, de despechos, de lujuria que no se asemejan ni al propio infierno; pero como grumete he subido de rango y he aprendido. He aprendido que una mujer es capaz de lo que sea por venganza, por lastimar; es capaz de abordar a otro chico sin sentir deseo por él y solamente para hacer sufrir al que ha sido su análogo, su otra mitad en otro tiempo. He aprendido que el egoísmo es el motor del barco que naufraga en nuestras vidas, es motor de la vida; porque la motivación humana es así, o esque conoces a alguien que no espere nada a cambio de nadie; debido a todo lo anterior, las relaciones entre personas me defraudan; todo es una simple cadena de favores y de favoritismos. Pero ante todo, deseo aclarar que es sólo mi visión y que como cualquier otra cosa, puede ser enfocada desde distintos cánones y matices y no por ello ser mejor o peor, sino otra visión.

Ante el vitalismo y las ganas de vivir, me presento como primer recluta para ello. Y hay veces que verdaderamente me fundo con la realidad y me empapo de las ganas de vivir, porque no todo en esta vida es constante sufrimiento ni constante felicidad, es un continuo fluir, es la tragedia griega. Por eso, odio y amo a la razón; detesto y adoro lo dionisíaco ( en lo referente a la terminología de Nietzsche) . La razón es fundamento de nosotros pero no tiene que ser puesta en un altar, ni tampoco despreciada; y es la misma parodia con el placer, el cuerpo y lo referente a lo pasional. Ambas son parte del ser, porque si quitas uno, matas a nuestra mitad.

Me inquieta mucho que todos nos juzguemos. Todos queremos creer que lo nuestro es lo mejor, no todos piensan así, pero la gran mayoría sí; odio generalizar. Cuando por ejemplo; hablamos, oímos pero no escuchamos, es decir,  no escuchamos al otro para así poder comprender y aprender otro punto de vista sino que en el momento que hablamos con alguien lo que hacemos es mientras nos hablan, estar pensando como debatirle eso, para así desfundamentar lo suyo y que lo nuestro quede por encima. Para así demostrar mayor poder. Así de simples somos los humanos, queremos aparentar, demostrar poder, porque eso nos hace regocijarnos, sentirnos mejor, más seguros.

Pero todo esto es desde un punto de vista quizá crítico y pesimista, no hay que olvidar el lado positivo y optimista. Porque no todo en el continuo fluir es bueno, ni todo es malo. Simplemente todo es, mientras que sigamos viviendo. A veces estaremos alegres y otras no. Y a mi parecer, cuanto antes aprendamos eso y nos quitemos de los bastones que huelen a Dios, antes podremos empezar a vivir nuestra propia vida.