domingo, 26 de enero de 2014

¡Brotarán!

Danzando por los caminos pedregosos
que la vida pone, sin importar un comino.
Siendo remordido, alzándome desde el olvido.
Que la vida es éso, que tu y yo vivimos.

Pueden tocar guitarras desde el cielo.
Que la luna, como una cigarra, grite cemento.
Yo un niño, con más ansia que volar
seguirá oliendo tu piel, al orlar.

Penas que apenas sienten el rugir de las aceras,
volando más alto que los tragos de los antros,
donde trepar se hace más duro que despertar
la mañana que teje los sueños desde el barro.

Caminar siendo insumido aullando con los vientos
con lo que cae desde el día, me pierdo en tu pensamiento.
Escuchando un ruido desde el otro lado de la ventana
pienso que es una piedra, que golpea el alma.

A veces tenemos bastante con ver los calendarios
que tiran para atrás, sin más pretexto que ver pasar
la sonrisa en la que brotarán arrugas pintadas.
Tírale agua, que las acuarelas se borrarán.

Si tú supieras lo que es ver al sol morirse de ganas.

Las montañas que tienden a volver al mar
cenizas que plieguen los soles al cantar.
Mi media sonrisa a medio coser,
mis manos con prisa, mis pies al perecer.

viernes, 24 de enero de 2014

The Fountain.

Más que abatido, más que podrido. Con pirañas en los ojos más que lágrimas. ¿Qué ilusión queda más haya del mediodía? Si la mañana es el presagio de la noche. A veces incluso pierdo la confianza en mí mismo y el niño que un día fui se ahoga en la espiral del olvido. Quisiera perderme en el horizonte, fuera de todo. Qué valor tiene lo que hago si un día moriré y absolutamente nada de lo que haya hecho servirá para  nada.

Supongo que ésto es una autocrítica, o quizá una autodestrucción. No lo sé... Me gustaría no ser un loco que en todo ve drama. Ya no sé ni qué escribir, parece ser que la inspiración se fue...




Todavía tenemos muchos kilometros por recorrer.

Las ganas de estallar frente a la dictadura del capital
mi único antídoto es perderme por tu piel y proclamar
que es lo único que a día de hoy puedo revolucionar.

Como dijo Benedetii:¡Qué buen insomnio si me desvelo sobre tu piel!
En trance por ver al mundo en desnudo donde niños cosen 14 horas,
 y tú te quejas de no poder ir de fiesta con tus colegas a privar.

Precariedad es lo que interesa en éste país
donde la ley es un broma de mal gusto.
Por todo éso, yo aunque sea lucho
sin armas, ni trampas, con palabras en ayuno.

Qué queda de la vida si no es en tu regazo.
El amor es lo único que nos puede mantener vivos
y hasta eso se ha convertido en un negocio.
Escupo realidad cruda por esta boca de trapo.

Enciende la llama de tu corazón,
no te apagues en el alcohol
y ármate de valor, que vida hay una
o dos, la que te roban y la que te prometen.

Somos más que números en un juego del que dudo,
yo mismo no me ayudo, pero al ver ésto me quedo mudo.
A pesar de todo, tú descoses esas suturas, para así,
volverme a dar aliento, a este mendigo, que solo quiere volar.

A veces me pregunto, ¿cómo no reviento?.
Con tanta muerte e ignorancia que vomitan
por la boca.  Sólo me queda oír al viento
en una montaña, alejado de la mierda,
contigo trepando por el susurro del cielo.

No sé como tantos esclavos no quieren ser libres,
síndrome de estocolmo que no colmó ni el vaso
clavados en el cemento como un muerto manso.
Cientos que no sienten más allá de su aliento
recitan al unísono los versos de los cerdos.

Dicen que lo último que se pierde es la esperanza.
Pero hoy sólo me queda danzar sin esperar nada,
sólo que tú estés conmigo cuando las llamas arrasan
hasta el último rincón de mi alma, que grita: ¡Basta!

Pecamos de exceso de ilusión
 como si fuéramos locos
cuando otros más que muertos
 no sienten más allá del pecho.

Alcanzar la calma es cosa difícil
cuando ves muerte por cara esquina.
¡Que tu corazón lata y no deje de sonar,
que yo lo escucharé con ansia
y lo reanimaré cuando deje de soñar!

Como dijo Hasél:
quizá perdamos la fe,
pero aún queda café.
Todavía tenemos
muchos kilometros
 por recorrer...



domingo, 19 de enero de 2014

Día de lluvia.

Hoy es uno de esos días en los que llueve.


Los poetas pecados de exceso.

Perdiéndome en el vértigo de las pestañas que aletean al letargo del día.
Imperamos ante la necesidad del mediodía, que dará paso a la noche.
Todos tenemos una melodía, que resuena en sincronía con la vida
pero que se distorsiona con el paso de los años, de los entonces.

Los poetas pecados de exceso o de defecto,
de racionalidad o irracionalidad, de ilusión
o de desánimo, de drama o de comedia,
de locura o de cordura, de sazón
o de amargura, de duda o de certeza,
de moralejas sin bandera o canción
con un toque de elocuencia.

Somos lo que la vida nos obligó a ser,
lo que los sueños podridos y muertos
hicieron brotar de las ilusiones del ayer.

Somos más que un astro en un árbol
que como cada otoño renueva sus hojas
y en las primaveras brotará
como cada primavera una nueva existencia,
pero prefiero ser perenne...

viernes, 17 de enero de 2014

Cuarto sin ventanas.

Los besos que vuelan por las oquedades de la luna, mostrando su cara oculta.
Las ansias de la niñez consumada en un vaso de vino tinto
Tintando la piel que recorremos con los dedos, la piel que pinto
Sin perder ante el tiempo que nos miente con ultrajes, intransigente.

La noche a uno lo consume, el día le quema
y el transcurso lo va dejando seco, buscando motivos
cuando se pierden los pies andando del revés
es como mejor se siente. Viviendo para vivir.

Nos matan al niño que tenemos dentro decapitando las ilusiones
con los chantajes del tiempo, de los sueños y los deseos.
Siendo más que viento sobre las olas, rasgaremos las paredes
llenándonos los dedos de inocencia cavilando. Yo trepo
por la comisura de tu espalda cogiendo aliento para el ayer,
para el mañana, para el hoy. Perderme en un invierno, buscando
ando una flor, deshojada por la rugosa sonrisa de la inspiración.

¡Qué no nos maten los sueños, por favor! ¡Qué no nos apaguen
la luz!¡ Que no quiten la ternura, la incertidumbre del mundo!
Los que nada esperan, los que engañan al aire para no bailar con nadie
perdiendo las ganas de caminar por los bosques del alma.
Desnucando las agujas del reloj, para que no tengan ninguna lógica
persiguiendo juntos los vastos yermos de la simple y monótona existencia,
que se tornan floridos si está tu pincel para pintarlo con saliva.

Me escondo en el rincón del olvido porque pocas cosas tienen sentido.
Si no es contigo, estoy atrapado en el cuarto sin ventanas, donde las
tinieblas son café solo con más que humo quemando las pestañas.

Se pasan la vida perdiendo la esperanza, intentando recuperarla
pero sin recordar cuál es su motivo. Al paso del tiempo, uno se da cuenta
que todos saben el precio de algo, pero no conocer el valor de nada.
Olvidando el valor del amor, del tiempo, de la felicidad, de la esperanza...
Se valora más lo material que lo personal y lo sentimental, y así nos va...


sábado, 4 de enero de 2014

NADA.

El silencio, te hace persona...

La ciudad es un reflejo del vómito de la sociedad occidental.


La ciudad es un bálsamo pegajoso que atrapa a las personas, nos envuelve en un aura trémula de grises contaminantes y de oscuras sombras de luz contaminante. Todos andan cabizbajos, omitiendo la podredumbre que los rodea. Algún que otro rezagado se digna a levantar la vista para ver, ve ciudad, pero nada más y la única intención por la cual alza el vuelo de sus ojos es para analizar a los demás, sacando incluso conclusiones precipitadas de las vidas ajenas, pensando, que él piensa distinto, que todos son iguales, cuando él, es otro engranaje más del monstruoso gigante, la ciudad.



Somos los espectadores de una época postapocalíptica personal y social. El ser humano ha aceptado el derrumbamiento del capitalismo y lo ha interiorizado, convirtiéndose, inconscientemente, en una crisis intrapersonal. Se acepta la muerte como una amante promiscua, que afecta a los demás sin afectarnos a nosotros mismos. Las ilusiones se camuflan de acera, olvidando el verdadero significado de las cosas. La rutina se vuelve una enemiga y buscamos evadirnos de ella, pero la rutina de no tener rutina es la más autodestructiva. Hemos olvidado lo que nos enseñaron nuestros ancestros contemporáneos, hemos desaprendido a apreciar la belleza; todo tiene belleza, pero no todo el mundo sabe apreciarla.


Hay una fina línea entre la vida y la muerte, pero nosotros, valoramos más la muerte que la vida, y así nos va. Al igual que con todo, lo valoramos todo más cuando ha acabado, cuando ha muerto, y el único consuelo que nos queda es regocijarnos del recuerdo. La muerte nos enseña a vivir, aunque debería la vida misma enseñarnos eso, y a pesar de todo, nuestra condición intrínseca a la vida lo niegue rotundamente.