martes, 8 de mayo de 2018

-Un día cualquiera-

Un salón iluminado, con un caos ordenado, aunque si te paras a mirar detenidamente, acabarás viendo que no es tan ordenado, ni tan iluminado, todo acaba pasando por un prisma mediante el cual interpretas lo que ves y lo transformas, a la conveniencia de uno, en lo que sientes dentro de ti, pero no sé hasta que punto influye el entorno en uno mismo o hasta que punto influye uno en el entorno.

Hay días que todo resulta "mágico", esos días el cielo tiene un color espectacular, la gente resulta más amable, te sientes integrado en el tren que está en marcha. Otros días, parece que todo es un producto, necesidades que las personas interpretamos como fundamentales en nuestras vidas, pero no es así, son necesidades inculcadas, porque la sociedad nos grita silenciosamente que somos y que debemos aspirar a aumentar nuestro nivel de consumo para ser felices, que debemos sobrealimentar nuestro "ego", nuestra imagen, que debemos curar la "enfermedad" pero no sus causas. Ésos otros días, parece que uno está descontextualizado, porque no acepta que su felicidad, depende de un triste papel, en el cual viene dibujado un triste número, que determina, que valor tiene.