Leyendo el infinito en un libro
y me miran como a un loco.
Mientras ellos hablan de embriagarse
¿Qué irónico?, ¿no?
Nada sensato al oído,
ni los ancianos piden desahogo.
Sólo la soledad que es la infiel
más fiel, pedregosa, descarriaga,
como Hesse hablando de su parecer.
Buscamos por miedo
de lo que carecemos
porque ni a nosotros mismos
somos capaces de comprendernos.
La manada es el opio del hombre pobre,
y entre humos y sonrisas, hablan de nada.
Sonrisas de caridad derrochada...
Todos nadamos superficialmente
pero pocos se sumergen
y los momentos a veces
sientan peor que vacíos existenciales.
Con más horas de sueño despierto
que dormido, me siento algo perdido,
en la búsqueda del descarriado niño.
Vi el reflejo de la luna en un cubata
un domingo y me estrellé con la nada.
Los águilas me acorralan en sus nidos,
yo los persigo, y con la cigarra canto.
Mientras tanto, soy como a las gaviotas que odio,
como las flores que merecen lodo.
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