viernes, 17 de enero de 2014

Cuarto sin ventanas.

Los besos que vuelan por las oquedades de la luna, mostrando su cara oculta.
Las ansias de la niñez consumada en un vaso de vino tinto
Tintando la piel que recorremos con los dedos, la piel que pinto
Sin perder ante el tiempo que nos miente con ultrajes, intransigente.

La noche a uno lo consume, el día le quema
y el transcurso lo va dejando seco, buscando motivos
cuando se pierden los pies andando del revés
es como mejor se siente. Viviendo para vivir.

Nos matan al niño que tenemos dentro decapitando las ilusiones
con los chantajes del tiempo, de los sueños y los deseos.
Siendo más que viento sobre las olas, rasgaremos las paredes
llenándonos los dedos de inocencia cavilando. Yo trepo
por la comisura de tu espalda cogiendo aliento para el ayer,
para el mañana, para el hoy. Perderme en un invierno, buscando
ando una flor, deshojada por la rugosa sonrisa de la inspiración.

¡Qué no nos maten los sueños, por favor! ¡Qué no nos apaguen
la luz!¡ Que no quiten la ternura, la incertidumbre del mundo!
Los que nada esperan, los que engañan al aire para no bailar con nadie
perdiendo las ganas de caminar por los bosques del alma.
Desnucando las agujas del reloj, para que no tengan ninguna lógica
persiguiendo juntos los vastos yermos de la simple y monótona existencia,
que se tornan floridos si está tu pincel para pintarlo con saliva.

Me escondo en el rincón del olvido porque pocas cosas tienen sentido.
Si no es contigo, estoy atrapado en el cuarto sin ventanas, donde las
tinieblas son café solo con más que humo quemando las pestañas.

Se pasan la vida perdiendo la esperanza, intentando recuperarla
pero sin recordar cuál es su motivo. Al paso del tiempo, uno se da cuenta
que todos saben el precio de algo, pero no conocer el valor de nada.
Olvidando el valor del amor, del tiempo, de la felicidad, de la esperanza...
Se valora más lo material que lo personal y lo sentimental, y así nos va...


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