Condenado a vivir jugando,
a vivir en lo absurdo,
a andar nauseabundo,
a perder ganando.
Cuál será el postor
que ofrezca mayor valor.
Quién será el que pase
por la aguja sin perecer.
La mano tiembla,
el corazón roza la taquicardia
y el vacío amenaza
con tragarse los mis anhelos.
Pero aún alzo la vista,
aunque no veo nada.
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