Amanece,
y a medida que sale el sol,
la ilusión desaparece.
Las luces se apagan.
El espectáculo se acabó.
Se dio paso al burdel,
de la rutina consumida
y sueños de papel.
Los rayos empiezan a golpear
como las peores pesadillas.
Los papeles se intercambian
y las máscaras también,
nunca se sabe quién será el Judas.
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