Para tanto tiempo
que transcurrió, la sensación era la misma, felicidad cegadora,
pero con ese ápice, momentáneo, que te aturde y hace que te
percates de tu falsa e ilusoria felicidad. Aquellas historias que
contaba de manera cómica, en su tiempo, retumbaron como un bullicio
de cristales rompiéndose en el corazón, ya que, cuentan, que todos
tenemos dentro de nosotros al "niño" protegido, en una
esfera vidriosa, pero a veces, los horrores arremeten y destruyen
todo, y sólo queda, el niño, intentando barrer el desperdicio y
reconstruir torpemente aquello. Ése fue el veredicto, el "niño"
debía morir para poder él sobrevivir, es el precio de crecer.
Aquellos cigarillos que parecían apagarse en la lengua, aquellas
cervezas que parecían agua y aquél vacío, eran el presagio, se
dijo a sí mismo, aunque dentro suyo, no quería, le abrumaba aquello
y se preguntaba por qué, si tenía todo el tiempo del mundo, o éso
pensaba, cuando lo cierto era, que el mundo era el que tenía todo su
tiempo pero él se rehusaba a aceptarlo. Él "niño" en un
último intento le dijo:
-No olvides lo que
fui, no olvides el olor de las flores, no olvides los colores, no
olvides sentir, ya que si algún día olvidas todo ésto, estarás
muerto.-
-Te prometo que
jamás lo olvidaré. La vida misma me ha obligado a matarte, aunque,
verdaderamente, no tengo miedo a la muerte de la que me adviertes,
¿qué puede hacer la muerte que la vida ya no haya hecho?- dijo él.
-Créeme, si
olvidas los colores, los olores, las sensaciones y sólo te queda
vacío, nada de lo que hagas en esta vida tendra sentido. Créeme
cuando te digo que nada tiene sentido, si no eres un niño.
El niño recogió
su equipaje, que era más bien poco o quizá demasiado: inocencia,
felicidad, abstracción y sinceridad. Él trato de sustituir todo
ésto con máscaras, y así entró, en el teatro en el que todos
viven.Los atardeceres, resultaban ya ser algo que añorar. La
sensación que uno tiene al recordar, para algunos puede resultar
ilusoria, pero yo creo, que en toda sensación hay una cierta parte
de verdad y otra de mentira, un choque entre ego ( lo que creemos que
debemos sentir) y otra entre lo que de verdad sentimos. Se
autoconvencia, éso ya pasó, lo mejor está por venir.
Al caminar,
caminaba; al dormir, dormía; al leer, leía; al comer, comía; al
amar, fingía; al sentír, no sentía nada. Las noches pasaban con
insomnio, los días con crudeza. Las máscaras sabían a vacío, ya
fue advertido.
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