Me arrimo a mi cerebro con espinas de soledad.
La gente sólo bebe para olvidar su libertad
presa, como niños pakistaníes, luchando por vivir,
siendo bombardeados por la OTAN.
Así estoy yo, con armadura de cristal.
Tengo más que fragilidad para desayunar,
olvido de café en la copa que me roza.
Cada noche de delirios que se goza
en los que los sueños
se agolpan en mi hígado sin más.
Dejando de lado que soy un niño
con zapatos de verdad, se ve
que esa marca,
no la consiguieron comprar.
no la consiguieron comprar.
Marx ha dejado un legado
que jamás quedará en el olvido,
aunque muchos lo camuflen
con humos de alcohol y vino.
Me concierne la bondad
que a veces parece quimera.
En un mundo donde los oprimidos
siguen viviendo como perdidos.
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