Cómo recoger de las ascuas
y hacer que florezca
un corazón hecho ceniza,
un corazón ahogado.
Sembré flores, y recogí ramas.
Páramos andé, y me encontré.
Traté de hacer florecer flores sin ácido
y cristales sin filo.
Roto, en todos los aspectos, roto.
Las fuerzas a veces sólo son suficientes para respirar, a veces, ni para éso. El universo te hinca la rodilla en el pecho, y te golpea, cuando se te echa encima, cuando te aprisiona, ahí la realidad se deforma. Cuando vacío, en "eses", vuelves a casa y otra noche más te preguntas, qué será de ti... Cuando la noche parece eterna y todo parece que deja de importar, justo, en ése momento, una estrella fugaz vendrá a tu mente, y pensarás, ¿qué estoy haciendo?, en ése instante, sentirás la mediocridad más grande vestida de gala a tu lado, el hedor a pasado en tus sienes y el futuro amputado que cuelga de tus ojos, el dolor se intensificará y al entrar en la cama, te pelearás con las sábanas y te dormirás entre suspiros, evocando un día más, un día menos, tachando el calendario, para saber, cómo apagar el infierno.
Hundidos intentamos navegar por estos mares de luces, vidrios, metal y gente con cuerpo pero sin alma... A pesar de todo, navegamos... con naufragios, pero navegamos. Mas no nos salvamos de piratas, de perros y zorras de la urbe y de noches autodestructivas de descontrol y horror, como en una tragicomedia, como en una pintura surrealista, todo volatizado, rostros desencajados, todos con máscaras, todos con el corazón descuartizado, con más días perdidos que noches pendientes.