Con la sensibilidad a flor de piel, vertiéndose mi dolor, volviéndome puro miedo.
Evadiéndome frente al vacío, e incapacidad sin la evasión.
Si mi corazón late fuerte, y aún me siento apagado,
late profundo, y aún siento que me hundo cuando alguien tiene el poder de dañarlo.
Goteras que sangran a través de las oquedades del alma.
Y me convierto en puro dolor, en todo lo contrario que anhelo.
Y me convierto en puro miedo, en todo lo contrario que abandero.
Pero la coraza quiebra, frente a la inmovilidad temporal,
porque todo está ya predeterminado, hasta nuestra esencia;
presas del rendimiento, viviendo la ausencia del eros,
nadie se cuestiona nada acerca de la privacidad e intimidad,
nos exponemos a nosotros mismos, nueva moneda de cambio;
en estado de shock constante,
sobreinformación y sin capacidad de procesar;
la contemplación se ha secado por el calor del agobio.
Casi tétrico el retrato de la exhibición,
Postmodernismo.