Camino al desahogo, parada en abandono;
encuentro que imploro, en la orilla mi lloro.
Sueño del tonto en un paraje inhóspito;
yermo el color, antónimo del pálpito.
Encrujijadas de una vida, prisa instintiva;
parece mentira que el tiempo nos persiga.
¿Quién es dueño de tu dicha?
Se preguntó al espejo, a pesar,
de que la conciencia es propia.