Te echaré de menos.
Cuando caiga la última hoja de mi libreta,
quizá entonces, valores la tormenta que viví.
Camino cabizbajo, bajo el techo de mi cabeza.
Resonarán los besos en un tiempo,
en el que no debieron resonar.
Quedó el mártir.
Mártir hecho de rostros perdidos,
de sueños convertidos en cadáveres de sangre.
Así perdí noches en trance
siendo tristemente feliz
o feliz tristemente.
Ya la coraza se rompió
y salieron los buitres de mi pecho.
No me queda venda
y el cansancio se funde en la apatía
de una taza de café al amanecer.
Aquí todo vale,
me dijo un vagabundo
y me sentí más seguro,
porque el que avisa no es traidor.
Gusanos plantaron sus capullos,
y no salieron mariposas,
sino serpientes con amor envenenado.
Sólo queda caminar y perder,
perder el miedo,
porque perder la vida no,
YA HACE TIEMPO QUE LA PERDÍ.